domingo, 28 de junio de 2015

Paladar de Amianto.

    Escribo esto en uno de mis tantos arrebatos de alarde y vanidad, los que normalmente canalizo mediante un tortuoso monologo con mates o hablando en la facultad mientras deberia estar prestando atencion. Y es que al contrario de lo que piensa todo el que me conoce un poquitito, me creo un extraordinario cocinero, innovador, que se anima a las vanguardias. Mis escasisimos recursos y mi tecnica lastimosamente limitada para manipular los utensillos hicieron que tenga que mover forzosamente las neuronas cuando comprarme sanguchitos en el almacen empezo a hartarme y superar mi presupuesto, logre con casi nada sobrevivir al hecho de que soy un pelotudo, como Pollock resolvio su vida artistica con los happenings y los Ramones se hicieron recontramil famosos sin saber tocar sus instrumentos, yo no transgredo los limites de las paredes de mi diminutisima cocina pero tengo la total certeza de que me falta un golpe de suerte que me impulse a dar el salto a la consagracion. Ademas de que estoy en medio de un arrebato de alarde y vanidad sin precedentes.
    La vergüenza mas grande que recuerde la pase en mis primeros dias en una pension de estudiantes, a los dieciocho años, y habiendo asumido que odiaba cocinar con el alma; hervi un poco de agua, la eche en un taza y le agregue primero un sobre de sopa instantanea -hasta ahi ibamos bien- y segundo un puñado de arroz pretendiendo que funcionara como la avena Quaker, no se que pedo atomico se me cruzaba por la cabeza. De ahi manifeste mi aficion por la unica comida que me salia: sopa de cabellos de angel, que hasta el dia de hoy (tengo veintitres, no es que haya pasado una fortuna de tiempo) me sigue salvando cuando me da paja cocinar -a menudo- o cuando no tengo un mango -a menudo tambien-. Pero muy esporadicamente me tomo el atrevimiento de experimentar, como un musico pendejo que se compro un sintetizador y esta al pedo todo el dia, y asi fue como hervi todo lo que se come: higado, riñon, chorizo y un sinfin de verduras, y absorbi todo el juguito que quedaba haciendo uso correcto del arroz, con el que finalmente construi una estrecha relacion amistosa.
    Escribo esto en uno de mis tantos arrebatos de alarde y vanidad, mientras digiero dos patas de pollo al horno con ensalada de hinojo y naranja con el agregado del juguito que largo el pollo en la asadera, ese mismo juguito que me vieron agregandole a los fideos y me trataron de loco. Que poco lugar se le da a la innovacion, si ni siquiera le dan chace a mi higado hervido con alguna verdura y arroz, o a mi riñon hervido con alguna verdura y arroz, o a mi zapallo y cebolla hervidos con fideos y mostaza. Mas adelante me voy a animar al seso y la tripa gorda, pero cuando tenga ganas yo. ¡Adios, irrisorias epocas en que mi madre me mandaba encomiendas a la pension con las Patitas ya horneadas para que no me mandara ningun moco! ¡Adios! Pero me dejaron grandes enseñanzas esas epocas, como por ejemplo la costumbre de no rechazar jamas ningun ofrecimiento de algo que se coma aunque sean las sobras de los demas, y lo que considero una de mis pocas virtudes: me gustan absolutamente todas las comidas a excepcion de las nueces y las aceitunas. Considero a esto ultimo una enseñanza porque no me imagino naciendo con la capacidad de morfarme lo que venga y disfrutarlo, creo que a fuerza de no poder hacerme cosas ricas desarrolle una cualidad que denomino 'paladar de amianto' que me permite felicitar a personas que cocinan peor que yo -perdon, acto fallido, soy un extraordinario cocinero y casi todo el mundo cocina peor que yo- por el simple hecho de hacerme un pancho. Tambien rasco los fideos con salsa de algo del fondo de la olla a cualquier temperatura y los bajo con jugo Tang sabor limonada, me como la polenta fria y el atun directo de la lata humectado en su propio aceite de conserva.
   Larga vida a la comida, y si se vive solo -como es mi caso ahora, lo que es un alivio porque nadie hace prescencia de mis amansalvas culinarias- que sea directo de la olla porque es completamente al pedo andar ensuciando platos.

miércoles, 24 de junio de 2015

Hacerle la Rabona a Magic Kids.

Mi interes por la lectura se desperto un dia de mis cuatro años, transcurriendo la consumista decada del noventa. Y fue el consumo nada menos lo que genero que quisiera abandonar mi condicion de analfabeto: una de las tantas revistas que circulaban por entonces tenia nada menos que una historieta de los Power Rangers en sus paginas, esas historietas basadas en series populares que desde mi punto de vista de gran aficionado al dibujo son flor de cagada. Mal dibujadas, con peores argumentos y sin hacer mencion de como estaban guioneados, pero en pleno boom del todo por dos pesos dos innovadores padres estrenando los cuarenta con un crio de cuatro años (cosa poco comun por entonces tener al primogenito a esa edad) compraban cualquier cosa con tal de esquivar berrinches. Lo que no sabian o quiza les daba fiaca reflexionar era que malcriar al borrego generaba que se enchinchara cada vez mas facil, cosa que me encargue mas que eficazmente de hacerles entender.
Recuerdo a mi mama y a mi tia Adela cediendo a leerme en voz alta lo que rezaban los globitos, pero no daban el brazo a torcer cuando les rogaba que me enseñaran a hacerlo por mi cuenta: segun mis mayores era quemar etapas demasiado pronto y aburrirme en la escuela cuando la empezara dos años despues. Finalmente en la salita de cinco la señorita Patricia nos enseño las letras y como funciona por los ojos algo que hasta entonces podia captar unicamente por los oidos. Era lo mas de lo mas. Y asi termine empezando primer grado sabiendo leer y escribir, que pena que mi pobrisima dialectica parvularia no me permitio expresar por entonces cual era la motivacion latente que me empujaba a querer leer esa revista.
Eran los Power Rangers. En una epoca en que Netflix, Cuevana, YouTube, PopCorn Time y amplisimo etcetera no alcanzaban ni siquiera el rango de fantasia, leer una historieta de Jason y compañia era hacerle la rabona a las inexpugnables (para mi porque no teniamos reproductor de VHS) imposiciones horarias del Magic Kids, significaba tener un capitulo cuando y donde a mi se me cantaran mis virgenes y desorientadas tarlipe. La clara desventaja era que el capitulo iba a ser el mismo una y otra vez, pero seguramente un sabio instinto pueril me avisaba mediante alguna frecuencia inefable que Condorito, Patoruzito, Tribilin y Jose Carioca estaban esperando en algun puestito de revistas a que me deleitara con sus historias dandole la espalda a la caja boba y su culo enorme que amenazaba con explotar mortiferamente si se caia de la comoda.
No se que habra sido de la revista con el comic de los Power, habra terminado rayada, recortada y en la basura seguramente, pero mas temprano que tarde llego Patoruzu, y cuando mis intereses se fueron bifurcando, hicieron prescencia Julito Verne, Mark Twain trayendo de la mano a mi mejor amigo de la infancia Tom Sawyer, Erre Ele Stevenson y uno que otro mas que no aparecian en la tele y uno tenia que imaginarles las caras porque muy frecuentemente ningun dibujante hacia ese laburo en mi lugar.
Pero no faltaron los enemigos, no. Los antagonistas de mis ratos de libros eran esas profesoras de Lengua del secundario que me hacian leer cuando tenia ganas de escribir o dibujar, y para peor te hacian preguntas sobre cosas que no me habian interesado de sus libros aburridos. Porque si de inculcar la lectura se trataba, lo hacian bastante mal. Donde estuvo el descolorido Caballero de la Armadura Oxidada cuando tenia catorce años bien pudo haber estado el frivolisimo y superabsorbente Harry Potter con su varita pavota pero inexplicablemente llevadera; el tedioso Cantar del Mio Cid tiene que pedir el cambio para que en su lugar ingresen clasicos mas amigables como Robin Hood; los mismisimos comics de Spiderman son mas interesantes que el Quijote cuando uno esta en la edad en la que no entiende un pomo lo que quiere contarnos ese gallego de lexico arcaico.
Y despues uno tiene que juntar coraje y soltarse, animarse por cuenta propia a Sabato sin forzarse a disfrutarlo, pasar los veinte y decir que te gusta Garcia Marquez de verdad y no porque te hace quedar bien con las minitas, absorber la filosofia de los que se consideran los grandes. Cosa que no es imprescindible, porque si se disfruta mas a Stephen King con sus complejisimos personajes y fantasias inconclusas que a Poe es porque se hace oidos sordos al cantar popular que no deja de repetir por inercia que el mas viejo es mejor. Lean cagando y en el colectivo, tambien acostados y en silencio, porque mientras se disfrute no tiene por que haber objecion alguna.